Yolanda Sánchez. EPDA A pesar de los dolorosos e inciertos meses pandémicos que han oscurecido nuestras vidas, crisis sanitaria y por ende social y económica, no tenemos más remedio que seguir viviendo. La vida, como siempre una vez más, continúa con sus alegrías y sus penas, con sus acciones correctas y sus acciones deleznables. Y se puede observar allí donde mires, y en Albalat dels Sorells también.
Cuando miro hacia atrás y observo el camino recorrido junto a mis vecinas y vecinos, tomo más conciencia de que la implementación de políticas públicas de igualdad son una carrera de fondo, que requieren de un alto nivel de compromiso, esfuerzo y voluntad, un trabajo diario en todos y cada uno de los espacio públicos y privados, además de ir acompañadas por presupuestos que las hagan posibles. Y aunque no puedo ser triunfalista, sí es posible reconocer que algo está empezando a cambiar en Albalat. Un ejemplo: Una vecina me busca y me comenta que en una obra que se está realizando en el municipio, los obreros, al pasar ella han empezado a decirle cosas ofensivas… Una vez más, una muestra de acoso callejero, de violencia, de micromachismo, de muestra de masculinidad mal entendida. Inmediatamente hablo con la persona responsable de la obra para que tome medidas y con el departamento de urbanismo del ayuntamiento para que en las próximas licitaciones para la realización de obras públicas se incluya una cláusula en que en este municipio no se tolera la violencia de género, las mujeres no tenemos porqué soportar groserías, o tener miedo de pasar por ciertos lugares.
Dos conclusiones podemos sacar al respecto. Primero, que aún nos queda mucho por hacer. Los cambios son lentos. Sobre todo, en las situaciones de violencia machista que persisten y están más arraigadas. Las situaciones que aún muchas personas consideran con cierta benevolencia: es sólo una broma, es un piropo, etc., pero la mujer interpelada no los conoce, o no sabe si son buena gente o si le van a hacer algo. Cuántas mujeres en una situación así, agarran más fuerte su bolso y aprietan el paso, tienen miedo puesto que han sido interpeladas por unos desconocidos, se sienten intimidadas y les hace ponerse en la mayor de las alertas… ES ACOSO CALLEJERO.
Segundo, el hecho de que me lo hayan dicho, me indica que las personas saben que van a ser escuchadas que desde la Concejalía de igualdad, no actuamos como simples espectadores, sino como catalizadores para un cambio social hacia una sociedad más igualitaria y que empatizamos con el sufrimiento de los demás, porque LAS PERSONAS NOS IMPORTAN.
Por eso ahora ya puedo decir que en Albalat dels Sorells ya hemos encontrado la linterna en la oscuridad y con el esfuerzo de todas y todos vamos, poco a poco, iluminando el camino correcto hacia la igualdad.
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