Agua de lluvia que recorre los parajes de Casinos. / EPDA El día 20 de enero de este año, teníamos las imágenes del "Salt" lugar histórico que abastecía el agua de la Balsa de arriba, para uso de los vecinos de la Villa de Casinos, destilando el agua de lluvia y el agua que venía desde la Rambla de Artaj. Estas imágenes no se ven cada año, solo se ven cuando hay fuertes lluvias o deshielo y resulta vistoso ver caer el agua desde el alta catarata, formando esa cola de caballo, que discurre entre las piedras de aquel destrozado pantano y que va estrellarse saltando más de diez metros de altura contra la misma rambla. Un acontecimiento fluvial, ya que en aquel momento no había ocasionado daños, sino más bien los beneficios que produce el agua cuando está bien llovida.
Días después, el sábado 25 de enero, un fuerte pedrisco blanqueó las calles y casas de la Villa. Nadie esperaba esa tormenta, pero bastó poco tiempo para dejar blanca toda nuestra fisionomía urbana. Fueron ciento cuarenta litros de agua de lluvia, los que nos dejó el mes de enero del nuevo año. El refranero popular ya nos lo recuerda: “Lluvias de enero llenan cuba, tinaja y granero.” Es la esperanza de que la lluvia del citado mes fuera beneficiosa para nuestra agricultura.
El refrán popular alusivo a febrero nos dice: “Lluvioso febrero, año cebadero”; en Casinos ya no se planta cebada ni trigo, pero de todos es conocido el efecto de la lluvia para la agricultura. Hay que recordar la benignidad de febrero: fue un mes en el año 2020, que las temperaturas fueron dispares y altas, los días del 5 al 8 fueron respectivamente de 18, 17, 16 y 19 grados, los días 16, 18, 19 y 22 que tuvimos temperaturas de 18, 14, 18 y 19 grados, el resto de los días los termómetros marcaron temperaturas superiores a los 20 grados, empezando el día 1 con 27 grados, y el día 4 con 30 grados. No fue verdad aquel otro refrán que nos dice: “Febrerico el corto, un día peor que otro”.
La lluvia solo nos dejó tres litros en todo el mes. Fue un mes cálido, las plantas empezaron a florecer, los almendros en flor inundaron nuestros campos, aunque siempre pesaba la sombra de una futura bajada de temperaturas que produjera el efecto de la helada en nuestros árboles.
El día uno de marzo fue domingo, hay una creencia popular que los meses que entran en domingo son más pluviosos. Es el mes de las fallas, el mes de la primavera, el mes del renacer. Evocando el refranero popular, sabemos que “marzo airoso y abril lluvioso, sacan a mayo, florido y hermoso”, lo del airoso, no ha sido tan real como se anuncia en el refrán, algún aire se sintió, pues el día dos de marzo se tuvo que suspender la mascletá por las fuertes ráfagas de viento, aunque lo más notado ha sido la lluvia. Los días 16 y 17 marzo el cielo nos regaló 17 y 37 litros aproximadamente cada jornada. El día 31 el mes se despidió dejándonos 35 litros de agua. El mes de marzo ha sido tan lluvioso que nos ha dejado un total de 114 litros. Si se hubieran celebrado las fallas, hubieran estado pasadas por agua, pero nuestro destino en este mes de marzo, ha sido ver la lluvia a través de los cristales y las fiestas clausuradas por una pandemia.
El primer trimestre del año nos ha dejado un total de 257 litros en Casinos, medidos en el casero pluviómetro que dispone mi asesor particular y culto progenitor D. Avelino, que con sus casi 93 años, a cada momento controla tanto las noticias, como los fenómenos atmosféricos.
Hoy estamos a 1 de abril, y el refrán nos advierte: “Abril, cada gota vale por mil.” Esta noche hemos registrado 22 litros de agua llovida. Hoy luce un día de sol, contrasta la noche con el día. Si a estos litros de hoy, le sumamos lo ya llovido, nos encontramos que el cielo, ha obsequiado a la madre naturaleza con 279 litros de agua. Una buena noticia para nuestra agricultura, para los recursos hídricos, para la madre tierra y para ese fenómeno anunciado del cambio climático.
Si estas cifras, las contrastamos con las que presentó la lluvia del año 2019, vemos que de enero a diciembre fueron de 296 litros, y nos encontramos que durante el primer trimestre, no llovió una gota en enero y febrero; en marzo 17 litros y en abril 90 litros.
Seguimos recordando el refranero, faltando algunos días para llegar al día 25 de abril que nos dice: “A san Marcos cuarenta días charcos”, de hacerse realidad este pronóstico, estaremos ante un año próspero en lluvias.
Que contrastes nos presenta la vida: confinados, cerrados en casa, intentando salvar vidas, agradecidos a quienes no regatean esfuerzos en ayudar, socorrer, atender y salvar… la naturaleza, la primavera, el sol, el agua, ofreciéndonos su esplendor. Nuestra madre naturaleza, no entiende de las prisiones humanas, no sabe de noticias, de mensajes de redes; ella nos ofrece libertad y vida… ella nos ama, nos da lo que necesitamos sin pedirle nada a cambio, porque aquel que hizo el mundo, aquel que lo hizo todo, lo creó a lo grande, no escatimó en darlo todo, por eso cada día podemos decir lo que expresa el Cántico de Zacarías: “Por la entrañable misericordia de nuestro Dios, nos visitará el sol que nace de lo alto, para iluminar a los que viven en tinieblas y en sombra de muerte, para guiar nuestros pasos, por el camino de la paz.” Es el momento de que la lluvia, las aguas vuelvan a su cauce y que puedan guiar nuestros pasos y los del mundo, por ese camino de la paz.
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