El Forn d" Agustí nos muestra sus dulces creaciones. / EPDA
Dos de los tres cronistas. / EPDA Es ya una costumbre desde hace varios años, un día a la semana,
reunirnos tres Cronistas Valencianos, Vila, Aparici y Murgui, amigos y
bueno compañeros y visitar Archivos, Hemeroteca, o recorrer pueblos en
busca de lo inédito, de lo conocido que acaba siendo desconocido, y
hasta incluso de aquello que fue descubierto y que sigue olvidado en los
rincones de la historia.
El mundo actual, tan civilizado, tan moderno, tan pendiente de las
redes y de los revolucionarios sistemas informáticos, a veces nos hace
olvidarnos de la realidad vivida. Con demasiada frecuencia, las
televisiones, las series que se emiten tan amigas de la violencia y de
las pistolas, se olvidan de que existe un mandamiento de la “Ley de
Dios”, que nos recalca aquello de que “no matarás” y a la vista de
muchos episodios de la vida, nos encontramos con que el matar es algo
necesario para llenar de contenido las aventuras que los medios
audiovisuales hoy nos presentan.
Hago esta introducción porque sumidos en profundas conversaciones,
tres Cronistas, mochila en la espalda, máquinas de fotos en las manos, y
la ilusión por montera, emprenden una mañana nubosa, salpicada por
gotas de lluvia, y con un tenue sol que amenaza con salir y esconderse,
emprenden ese camino que separa Casinos, pasando por Valencia, para
llegar a esa comarca cargada de historia que fue bautizada como “La
Costera”.
La primera parada la hacemos en Llanera de Ranes, donde pudimos
compartir un exquisito almuerzo a base de exquisito embutido de aquella
zona, el bar del pueblo a la sombra del campanario nos acoge junto a los
simpáticos amigos de aquel lugar, con los que compartimos mesa y
mantel, además de esas bebidas espirituosas, tan típicas del
“almorsaret” valenciano.
El tiempo apremiaba, y teníamos que hacer la segunda parada en el
Gran Casino de Canals, otro nuevo descubrimiento. Su amplia escalara y
su espaciosa terraza nos introdicen en ese mundo construido en 1931,
con el dinero proveniente del gordo de Navidad, que cayó en Canals;
pudimos ver las grandes pinturas que reflejan el Canals de los años
1930, subir al pequeño escenario en el que actuaban los músicos para
amenizar los grandes bailes de la época, y disfrutar de un exquisito
café con el que fuimos obsequiados. En la actualidad es la sede de la
Cooperativa Agrícola San Antonio Abad y también funciona como
bar-restaurante, pero sumido en un ambiente de pinturas y lámparas
imitando los palacios de la época.
No falto esa parada para contemplar ese árbol monumental “La
Lloca”, plantado en 1914, y después de nuestro paso por la Casa de la
Cultura “Ca Don José”, nos fuimos a disfrutar del “Riu nou” “Riu dels
Sants”, paraje natural, donde las cristalinas aguas nos dejaron ver los
peces que surcaban las aguas en esa soleada mañana. Pasamos por
aquellas carreteras que eran el paso hacia Albacete o hacía Madrid,
pudimos recordar aquel famoso “Bar Pegaso”, parada obligatoria, junto a
una antigua y espaciosa gasolinera, recuerdos todos sepultados en los
fondos de la historia, y custodiados por nuevos y altos puentes que
facilitan el tráfico de trenes y vehículos tan veloces como el tiempo
que pasa sin darnos cuenta.
El Ayuntamiento de Rotgla i Corbera, nos sorprendió, construido
sobre un Secadero de Tabacos, y modernamente restaurado, con los techos
de madera que nos devuelven a la realidad de aquellas hojas colgadas en
los clavos, y las entradas a las Naves numeradas nos hacen ver un
moderno salón de actos, el consultorio médico, el museo y las
dependencias del ayuntamiento. Un edificio digno de ser estudiado y de
recrear alguna novela amorosa, entre las secas hojas de tabaco.
Y la nota final del día fue la más dulce, hicimos la última parada
para fotografiar unos azulejos de diferentes santos que decoraban una
fachada, y nos encontramos con el Forn d'Agustí, entramos a ver con
que podíamos obsequiar a nuestras familias, y vemos que es un horno
tradicional, con las bolsas vacías de pan colgadas en un perchero
esperando el pan del día siguiente, no quedaban casi nada para poder
comprar, pero nos obsequiaron con unos “mostachones”, típicos de la
villa; pudimos ver el horno, las dependías, fotografiar a los
propietarios que disfrutaron con el encuentro, y pasar un final de la
mañana feliz y con alegría, aceptando la invitación de volver en
cualquier momento de la semana de pascua, para probar el “arnadí”, de
Casinos a la Costera, se pasa por el horno, para disfrutar de la
gastronomía valenciana.
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