Juan Planes. EPDA
¿A quién le va mejor la vida a los
ignorantes o a los cultivados? El conocimiento (y también el “coneiximent”) y la capacidad de
aprendizaje son dos grandes bendiciones.
Nuestra vida es hoy más fácil, más larga y más rica porque
científicos, empresarios o políticos crearon formas más eficientes de hacer las
cosas. Trasplantes, quimioterapia, operaciones y medicamentos salvan miles de
vidas, los avances en ingeniería y organización empresarial hacen que podamos
volar a París por 40 euros, tener camisetas por 3 euros o que la comida suponga
cada vez menos parte de nuestros ingresos. Las naciones más prósperas y libres,
no siempre tienen entornos naturales más amables, Escandinavia, Suiza, Gran
Bretaña o Japón son ejemplo de que el conocimiento, los valores y una buena
organización política son más poderosos que las materias primas.
El camino del genio es un camino de
santidad que nos colma de bendiciones, pero el camino del torpe, es el camino
del diablo. La ineptitud de un directivo puede quebrar una empresa consolidada
y llevar al paro a centenares de personas, un mal padre puede arruinar el
futuro de sus hijos y un gobernante inútil, incluso bienintencionado, puede
destrozar el tejido social y el bienestar de un país (y en menos tiempo de lo
que crees).
El conocimiento os hará libres,
dijo Sócrates, y la experiencia nos dice que también prósperos. Si crees que la
formación resulta cara, prueba con el coste de no estar formado. Los datos son
concluyentes, entre un 61% y 71% (según la fuente que consultes) de las empresas que nacen mueren antes de 5
años, pero si las montan Máster en Dirección de Empresas el ratio de
fracaso es cuatro veces menor, un 16%.
Solo 1 de cada 50 de los que ganan menos de $25.000 contestó bien más del 75%
de preguntas de un sencillo Test sobre finanzas personales, frente a 1 de cada
4, de entre los que ganaban más de $100.000. Así, existe un claro vínculo entre conocimiento
financiero y bienestar económico.
Los formados financieramente, acaban ganando más; los concienciados e instruidos
sobre la salud, viven más; y los estudiosos de la felicidad, acaban siendo más
felices. Así, las personas formadas no sólo son más libres sino que toman decisiones más sabias a lo largo de su
vida.
Pero no sólo el resultado de la
formación te hace bien, aprender en sí mismo en un placer. La ciencia ha
demostrado que cuando estamos atendiendo a algo para aprender nos llenamos de endorfinas, que cuando
alcanzamos una meta de aprendizaje nuestro circuito cerebral de la recompensa
recibe un placentero chute de dopamina, que los que “saben” tiene un mejor
concepto de sí mismos, y que las
personas que se mantienen activas intelectualmente soportan menor riesgo de
padecer demencias.
Ahora que ya sabes que a ser
inteligente, culto, rico y longevo (e incluso libre) se aprende, ¿a qué camino
te apuntas, al camino de la ignorancia o al camino del conocimiento?
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