Rocío Gil. EPDA
Empieza un nuevo curso
político que, como el escolar, está lleno de incertezas. El coronavirus ha
irrumpido en nuestras vidas súbitamente y, sin casi dejarnos asimilarlo, las
zarandea una y otra vez. Nada es igual. Ni el trabajo ni las relaciones
personales. Tampoco la política podía salir ilesa. Como he defendido desde el
principio de esta crisis, reitero: es momento de aparcar nuestras diferencias y
trabajar para superarla cuanto antes.
No obstante, tender la mano a
los que gobiernan no puede ser un cheque en blanco ni puede evitar que sigamos
siendo críticos. La oposición no puede ni debe hacerlo. Sería una irresponsabilidad
obviar la realidad que, lamentablemente, es muy preocupante. Las cifras de
contagios se han disparado en agosto, las económicas son cada vez peores, 3.163
desempleados más en la provincia de Valencia durante el último mes, y la planificación de la vuelta al cole brilla
por su ausencia.
Por eso, la ciudadanía exige
respuestas y hemos de dárselas. En los momentos difíciles es cuando los
servidores públicos hemos de estar a la altura de la situación. Es cierto que
es inédita y que nadie tiene la bola mágica para acertar en todo, pero se han
de tomar decisiones. Por nuestra parte, Ciudadanos (Cs) en la Diputación de Valencia
ha propuesto, entre otras iniciativas contra los efectos del coronavirus, un Plan de Empleo para los municipios
valencianos con el objetivo de ayudarles a reactivar sus economías y a
contratar, sobre todo, a personas en riesgo de vulnerabilidad.
Llevamos muchos meses ya con
“l’ai al cor”. La pandemia, como un tsunami, se ha llevado por delante muchas
vidas, ilusiones, negocios, riqueza nacional y particular…demasiadas pérdidas
en tan poco tiempo. Desde el punto de vista de la incertidumbre y la preocupación,
mucho tiempo. E indudablemente, un gran desgaste.
Sin embargo, hemos de seguir
trabajando para salir de la mayor crisis de la historia reciente. Lo hemos de
hacer de manera individual y colectiva, todos unidos. Cada uno de nosotros
hemos de asumir nuestra responsabilidad al máximo nivel. Los políticos desde
las instituciones y el resto de la ciudadanía en su vida cotidiana. Cada gesto
cuenta. “De la conducta de cada uno, depende el destino de todos”, dijo
Alejandro Magno.
Hay mucho que hacer, algunas
de las cosas que se hagan no fructificarán, pero otras sí. No podemos bajar la
guardia, es nuestro deber. En nuestras manos está dar una lección de
superación a las generaciones venideras.
Nos enfrentamos a un gran reto, que solo podremos lograr con sentido de Estado,
sensatez y moderación. Ojalá todos seamos capaces de verlo así y de, entre
todos, salvar este inesperado obstáculo lo antes posible.
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