Luis Arquillos. EPDA Advierto
una incontrolada perturbación y sobreexcitación en el Consell como
consecuencia de la elaboración de los presupuestos Generales de la
Generalitat para 2021, los presentan con alborozo y regocijo el viernes
señalado, pero, al día siguiente, una vez pasada la euforia propia de la
alegría, con la resaca aún presente, descubren el error.
Al
parecer, ese error es consecuencia de trifulquillas propias de un
Gobierno coaligado, pero la algarabía y el cachondeo no se evita. Nos
cuentan que ese error es algo liviano, vaporoso, tenue, poquita cosa,
total, unas 200 páginas de nada que afectan a calderilla presupuestaria,
1.900 millones y toda una sección de los presupuestos, para ellos,
criadilla de colibrí.
Como
es algo sin importancia, han optado por reeditar la inseguridad
jurídica, la arbitrariedad y la complejidad, torpedeando el
procedimiento que se ha de seguir para su tramitación y todo esto lo
hacen soslayando la soberanía popular representada en el legislativo,
cometiendo un atropello, el de marcar la agenda y poner a disposición
del ejecutivo al propio legislativo.
La
vicepresidenta, en su condición de "vicetodo", no quiso comparecer
porque carecía de presupuesto que defender. Razón no le faltaba, pero,
aun así, se inició el trámite parlamentario sin disponer del texto
definitivo, es decir, sin tener la totalidad de los presupuestos
tramitados, y mientras tanto, la Mesa de Les Corts y todo el
procedimiento parlamentario quedó a disposición de lo que resultara en
el pasteleo del Consell, un auténtico espectáculo bochornoso, no sólo
para Les Corts, sino para todos los ciudadanos.
Lo
del Consell y los presupuestos llueve sobre mojado porque ya ocurrió
algo similar hace un año y, por tanto, es reincidente en la fechoría y
reincidentes son los autores de estas "travesuras". La falta de acuerdo
entre los socios de esta UTE que compone el Consell no es cosa nueva
para los valencianos, aunque el problema real lo tienen los socialistas,
ya que, si quieren liderar un Gobierno, deberían valorar no cometer el
error de pactar con los que no le ofrecen lealtades.
El
Botánico se ha quebrado por donde más le duele a los Gobiernos de
izquierdas, o sea, por la cartera, y no son precisamente los
presupuestos de la Comunidad Valenciana el elemento de los recelos y de
la abrupta aspereza que se advierte en el Consell, sino la idiosincrasia
propia de la socia díscola. Le puede su condición de nacionalista y su
prepotencia imposible de contener. Si no impone su criterio, se enfada
bastante. Si lo impone, se enfada más, capricho patológico de los
nacionalismos.
Con
este panorama, comienza el trámite de la Ley más importante del año.
Decidir el destino de los dineros públicos no debe ser objeto de
errores y sí de aciertos para intentar paliar la herida económica y
social que nos ha causado a todos los ciudadanos esta maldita pandemia,
sobre todo para los más necesitados. Pero mucho me temo que volverán a
tropezar en la misma piedra, porque llevan adherido un adoquín al pie.
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