El restaurante Komori, vacío por el cierre ante el Estado de alarma, en una imagen compartida en redes sociales por el local. La incertidumbre por el tiempo que se mantendrá el confinamiento, el posible miedo temporal del cliente a volver a reunirse en torno a una mesa y la situación económica posterior son algunos de los temores de la hostelería valenciana una vez se ponga fin al estado de alarma por el coronavirus.
Los hosteleros valencianos Nacho Honrubia, responsable de Aragón 58, La Principal y Komori; Alejandro Mengual, propietario del Asador La Vid, y Abraham Brandez, dueño de Gran Azul, han expuesto a EFE la situación que viven y su incertidumbre por el futuro a corto y medio plazo que deberán afrontar en su vuelta a la actividad.
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GÉNERO PERDIDO EN EL DÍA PREVIO AL INICIO DE LA SEMANA DE FALLAS
"El primer golpe fue que la medida llegó por sorpresa y con la casa llena de género porque íbamos hacia la semana grande de Fallas: el libro de reservas estaba completo del 14 al 19 y esperábamos algo excelente", recuerda Alejandro Mengual, quien tenía las cámaras "repletas al 100 % de carnes, pescado y todo tipo de genero, que por desgracia tuvo que ir al cubo de la basura en un 40 %, mientras que otro se pudo congelar".
Según Nacho Honrubia, tener las neveras "a tope" en sus locales fue el primer problema aunque cree que es el menor de todos, y que aunque en un primer momento quisieron donarlo a un banco de alimentos, por las dificultades para poder operar por el confinamiento no pudo ser y "fue mucha a la basura".
Abraham Brandez reconoce que tenían la nevera "hasta arriba" porque el primer día de cierre para los restaurantes se decretó para el sábado 14: "Íbamos de cara al fin de semana, tenía cinco chuleteros de vaca y gran cantidad del resto de productos. Todo lo que era fruta, verdura, mariscos y demás se echó a perder en gran medida, salvo un porcentaje que se pudo congelar y ya veremos el uso que le podemos dar".
A MAYOR TIEMPO DE CONFINAMIENTO, MÁS PROBLEMAS EN LA REAPERTURA
Mengual desconoce cuánto tiempo podrá aguantar en esta situación: "Este parón no sé si lo podremos asumir, pero otro factor es, cuando empecemos, qué cantidad de clientes tendremos. Habrá mucha gente con temor a volver a salir a reunirse, y ese temor ¿hasta cuándo va a durar? Esto nos puede hacer caer a algunos negocios".
"Además, esta situación hará que volvamos a endeudarnos como en 2009, una crisis de la que estábamos saliendo ahora y volviendo a remontar al estar acabando de pagar créditos para volver a subsistir, pero el autónomo o pequeño empresario ha pagado todo el 1 de abril. Dicen que vendrán ayudas pero ya hemos tenido que sacar dinero con ingresos cero, y es muy duro", añade el dueño del Asador La Vid.
Para Honrubia, más de dos meses parados no se puede aguantar, dependiendo de cuándo se pueda recibir la ayudas. "En los tres locales hemos tenido que hacer un ERTE por fuerza mayor. Y más allá de otras medidas, probablemente los últimos en abrir serán los bares y restaurantes como va a pasar en Italia, al margen de que se exija una reducción de aforo por mesas".
"Uno de los miedos es cómo se va a afrontar la vuelta, porque tienes un trimestre malo y vale, pero si luego no arrancas porque la gente es reacia y tienes menos aforo, ahí ya no habrá ayudas. Lo más seguro es que muchos tengan que remodelar las plantillas y adaptarla a la nueva situación", explica el responsable de Komori, quien cree que si la vuelta se retrasa a finales de mayo para evitar aglomeraciones para la restauración, todo será muy difícil.
Brandez añade que se ha visto obligado a recurrir al ERTE por la incertidumbre del tiempo que estará cerrado su Gran Azul: "Tenemos 21 trabajadores y no sabes cuándo vas a abrir y en qué condiciones. El problema es que no sea un mes, sino dos o tres", y pide aclaraciones a algunas condiciones sobre las medidas económicas del Gobierno.
"Cuando volvamos a trabajar y tras hacer un ERTE tienes que mantener a los trabajadores seis meses, pero la pregunta es: si tras la reapertura la faena no vuelve, ¿qué pasará? En ese caso será muy difícil porque si no hay beneficios el negocio tendrá que cerrar. Creo que habrá que aclarar determinados aspectos para que puedan sobrevivir los negocios", agrega.
¿Y EL GASTO DE LOS CLIENTES EN LOS PRÓXIMOS MESES?
Otro factor que preocupa a la hostelería es el estado de las economías domésticas ante la crisis que se puede avecinar como consecuencia del parón, y que una de las partidas en la que las familias decidan recortar sea el salir a comer o cenar fuera de casa.
"Es muy posible que en algún local la facturación también baje por culpa de una bajada del poder adquisitivo de las familias", advierte Honrubia, quien confía que en alguno de sus locales esta circunstancia no sea tan acusada por el tipo de cliente que acude a ellos, si bien se deberá dejar pasar un tiempo para saber cómo afecta.
Mengual está convencido de que la repercusión que tendrá un bolsillo menos lleno en la restauración por esta situación será notable. "Evidentemente. Lo primero que supondrá este atasco momentáneo es que una de las cosas que vamos sacrificar es ir al restaurante porque nuestra economía estará resentida en estos meses. Seremos unos de los damnificados porque no seremos los primeros en la lista de gastos".
Pero Brandez no cree que sea una cuestión de dinero y confía en que la gente no cambiará su hábito de salir a comer o cenar, y aquel que en tres o cuatro meses tenga la misma dinámica de trabajo volverá a salir y disfrutar. "El español y el valenciano es muy de salir y eso no va a cambiar. El problema es cuánto tiempo necesitaremos para volver a la normalidad. No tengo miedo a que gaste menos".
"El problema no será el primer día o la primera semana -advierte-, sino cuándo recuperaremos la marcha normal, cuánto le durará el miedo a la gente y también las nuevas medidas que se deberán tomar, como limitar aforo, que la separación de mesas sea distinta, además de que sanitariamente nos pedirán más cosas a las que te tienes adaptar".
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