Amparo Sellés. EPDA. Cierro los ojos, y ahí estás tú velando mis sueños, a veces lo haces en silencio y otras muchas recordándome a media voz, que no estoy sola, que siempre hay alguien que quiere susurrarme en la noche calma un te quiero o un hasta mañana.
Te tengo en cada momento del día mi fiel compañero, desde que sale el sol hasta que oscurece, no te separas de mí ni yo pretendo que lo hagas, contigo a mi lado me siento segura, a veces te llevo en el corazón y otras muchas en mi cintura. Almacenas en tu memoria llena de capacidad mis recuerdos y quehaceres, por si algún día busco lo que en su día mi cabeza no pudo. Siempre lo haces sin modular palabras, sin quejas, sin objeciones dándome lo mejor de ti, para que yo disfrute y sea feliz.
Nuestra relación viene de antiguo, pero hace diez años decidimos echar el ancla y empezar una nueva vida juntos en un mundo desconocido, pero muy fructífero en sensaciones y emociones, el mundo de Aquí. Cuando veo que estás falto de energía, que ya no puedes más, me apresuro a conectarte a la red para tenerte encendido...
Este breve relato podría dar a entender la relación de amor que pudiera existir entre una pareja, y no iríamos mal encaminados; hoy por hoy, el vínculo que nos une con el celular vendría a definirse como una relación amorosa. No concebimos la vida sin él, nos hemos hecho adictos a su uso, nos ha servido de entretenimiento ayudándonos sobremanera en los momentos durísimos de aislamiento vividos.
A través de él nos hemos visto las caras, nos hemos besado, susurrado, abrazado y también vivido momentos de pasión.
Nos hemos convertido en una sociedad red, término utilizado por Manuel Castells.
Ahora es completamente normal vernos pasear como zombis sin despegar los ojos de la pantalla y esperando ese mensaje que muchas veces nunca llega. Ni que decir del ansia que nos entra cuando el teléfono se queda olvidado en casa y hacemos lo imposible por volver a su lado.
¿Recordáis cuando subíamos al autobús o al tren y la gente simplemente admiraba el paisaje, y cuando hacíamos cola en la cabina telefónica para llamar y quedar con los amigos?.Hubo una época en la que nos daba vergüenza que sonase el bip bip bip bip en público, y ahora suena hasta en el rincón más inhóspito y recóndito de la tierra, eso sí siempre que haya cobertura bip bip, bip bip, ufff que me suena el móvil, os dejo.
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