MANUEL J. IBÁÑEZ FERRIOL Hablar de Lengua Castellana, es igual que hablar de España. Nunca ha habido un gobierno, que desprecie y no ponga como principal la defensa de la lengua hablada en todo su Estado. España y su lengua son inseparables e innegociables. El desapego por los estudios humanísticos, hace que los gobiernos interesados en la disgregación del Estado, coloquen a la lengua española, en un lugar secundario, frente a diversas variedades dialectales existentes en el mismo territorio. No se puede tener aspiraciones imperiales, cuando tan solo forman una parte minúscula del territorio, por tanto sus dialectos, por mucho que se empeñen, nunca llegarán a tener la importancia de la lengua castellana, ni en su prestigio, categoría y número de hablantes.
La Constitución Española de 1978, en su artículo 3, dice: El castellano es la lengua española oficial del Estado. Todos los españoles tienen el deber de conocerla y el derecho a usarla. Las demás lenguas españolas serán también oficiales en las respectivas Comunidades Autónomas de acuerdo con sus Estatutos.
Habrá que hacerles saber que la lengua castellana o español, es la segunda del mundo, por número de hablantes, solo detrás de la lengua inglesa. Comparte prestigio junto al Indi, Chino-mandarín o Inglés. Además, hay censados más de 21 millones de personas, interesadas en el estudio de la lengua y cultura española, y por supuesto, quieren aprender su lengua castellana o español.
Posee su propia Real Academia, que “limpia, fija y da esplendor”. Mantiene sus estudios, con su regla llamada Gramática, y es la principal institución (desde 1713)que cuida de la pureza de la lengua castellana o español. Es matriz, de otras academias, que han ido naciendo, reconociéndola como principal, teniendo su sede en Madrid, la capital del Estado del Reino de España. La hablan también hispanohablantes residentes en otros países, como por ejemplo en Estados Unidos, donde hay más de 40 millones de hablantes de español. Solo una pequeña parte de las familias hispanohablantes de EE. UU. son descendientes de los habitantes españoles e indígenas de la época colonial española.
La lengua castellana o español, como otras lenguas romances, es el resultado de siglos de evolución a partir del latín hablado (denominado latín vulgar) desde el siglo III, aproximadamente. Tras la caída del Imperio romano, el latín vulgar de la Hispania romana se fue transformando y divergiendo de las otras variantes del latín que se hablaban en otras provincias del antiguo Imperio. Las transformaciones dieron lugar, tras una lenta evolución, a las distintas lenguas romances que existen hoy en día en diferentes partes de Europa.
Por tanto, estamos ante una de las lenguas más ricas en aportaciones de otras variedades dialectales, las cuales enriquecen a la lengua castellana, esa que se habla en toda la Península desde hace milenios. El dialecto románico castellano, uno de los precursores de la lengua española, se considera tradicionalmente originado en el condado medieval de Castilla (sur de Cantabria y norte de Burgos), con posible influencia vasca y visigótica. Los textos más antiguos que contienen rasgos y palabras similares al castellano son los documentos escritos en latín y conocidos como Cartularios de Valpuesta, conservados en la iglesia de Santa María de Valpuesta (Burgos), un conjunto de textos que constituyen copias de documentos, algunos escritos en fecha tan temprana como el siglo IX. Podemos destacar la viveza de «ese latín, el cual “estaba tan alejado de la rectitud, presentaba un estado tan evolucionado o corrompido” que, asegura, “se puede concluir que la lengua de los becerros de Valpuesta es una lengua latina asaltada por una lengua viva, de la calle y que se cuela en estos escritos”». Las Glosas Emillanienses de finales del siglo x o principios del xi, conservadas en el monasterio de Yuso en San Millán de la Cogolla (La Rioja), fueron consideradas por Ramón Menéndez Pidal como el testimonio más antiguo de lengua española. Sin embargo, posteriormente se demostró que las formas escritas en esos documentos corresponden al romance navarro-aragonés, no al romance castellano.
Será en el reinado de Alfonso X el Sabio, cuando el idioma español sufra un afianzamiento de lo más fuerte, a través de los cantares de gesta, escritos en lengua vulgar o castellano, y por eso mismo eran populares, podría pensarse que las obras cultas y literarias producidas en la Corte toledana del citado rey deberían ser redactadas en latín, única lengua culta que toda la Europa cristiana había admitido hasta esa época; por eso resultó una verdadera revolución cultural el hecho de que Alfonso X el Sabio decidiese dirigir un buen número de obras de elevada cultura redactadas en un idioma hasta entonces desairado por las personas letradas por considerarlo demasiado prosaico. Esto dio lugar al reconocimiento oficial del español, que podía alternar desde entonces con el latín, un idioma respetado por todas las personas ilustradas.
Se estima que a mediados del siglo xvi el 80 % de los españoles hablaba español. En esa época ya había comenzado el reajuste consonántico, que significó la reducción del sistema fonémico al pasar, por la pérdida del rasgo de sonoridad, de seis consonantes sibilantes a solo dos o tres según la variedad. La colonización de América, iniciada en el siglo xvi expandió el español por la mayor parte del continente americano, tomando préstamos que enriquecieron su vocabulario de idiomas nativos como el náhuatl o el quechua, lenguas sobre las que también tuvo un notable impacto. Tras conseguir la independencia los nuevos estados americanos iniciaron procesos de unificación lingüística que terminaron de extender el idioma español a través de todo ese continente, desde California hasta Tierra del Fuego.
La lengua castellana o español, es hablada en el mundo, según estimaciones del Ministerio de Cultura, por algo más de 552 millones de personas. Y otra cifra, dada por el Instituto Cervantes: lo estudian más de 22 millones de personas, en los cinco continentes. Daré tan solo dos datos más: en Oceanía, la lengua castellana o español se habla en la Isla de Pascua, en las Islas Marianas y en los estados de la Micronesia. En la Antártida, el Polo Sur, se habla en el Fortín Roberto Cabral, en Villa las Estrellas y la Base de las Orcadas.
Esta es la lengua, de la que reniega el Gobierno de España, la suya, la propia. Termino esta primera parte con un exabrupto que sabrán disculpar: “quien no ama a la lengua de sus antepasados es un mal nasci …”. Que cada cual aplique su calificativo. Nos encontramos en la segunda parte. Mientras, seguimos hablando en lengua castellana o española.
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