Álvaro Gijón El sector turístico de nuestro país, y en concreto, el de las comunidades autónomas de sol y playa, está viviendo momentos inquietantes de cara a la temporada de verano que se avecina.
Sin duda, para ellos deben ser semanas de preocupación por el avance de las reservas e incertidumbre por el panorama sanitario que nos vamos a encontrar más adelante.
Después de un verano pasado nefasto para los balances de las empresas hoteleras, muchas de ellas tenían la esperanza de que esta temporada fuera más halagüeña. Sin embargo, este rayo de luz se va difuminando y se comienzan avistar los primeros nubarrones.
No obstante, todavía es pronto para aventurar si estamos ante el comienzo de una tormenta para el sector o si por el contrario se trata de nubes pasajeras. Lo cierto, es que seguimos a la caza del inglés.
El famoso semáforo británico, que establece restricciones para los viajes de sus ciudadanos, está siendo bastante duro con una de las principales actividades económicas de nuestro país.
En España, además de buena gastronomía, vendemos sol y playa a precios asequibles para los bolsillos de nuestros vecinos europeos. Una actividad de la que hemos dependido durante muchos años y que ahora nos pasa factura.
Nadie se iba a pensar que la gallina de los huevos de oro se pondría enferma, por esta razón, somos un país de camareros y exportadores de talento.
La pandemia nos debería hacer reflexionar sobre la forma en la que queremos seguir creando riqueza como país. Puede, que en un futuro no muy lejano, debido al cambio climático dejemos de ser una zona atractiva para el turismo, entonces, será tarde para cambiar el modelo productivo.
Por ello, debemos reducir nuestra dependencia del turismo y centrarnos en crear puestos de trabajo en otros sectores. Para ello, es necesario fomentar la creación de empresas e invertir en investigación y desarrollo.
Después del Brexit, teníamos la oportunidad de convertirnos en una zona atractiva para las empresas que han movido sus oficinas a suelo europeo. Sin embargo, está claro que esa batalla la hemos perdido a favor de otros socios europeos.
No tenemos muchas más oportunidades para dejar de ser el mayor balneario al aire libre de Europa, por supuesto que los turistas son bienvenidos y necesarios pero debemos ser algo más que un parque de atracciones. Y mientras tanto, aquí seguimos, a la caza del inglés.
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