Yolanda Sánchez. EPDA Hace un año que redacté unas líneas para hablar sobre la igualdad en Albalat. Desde entonces el mundo ha cambiado y Albalat, mi pueblo también ha cambiado. La vida tal, y como la conocíamos, ha sido trastocada. Lo que no ha variado es la necesidad que seguimos teniendo de fomentar la igualdad.
De hecho, durante el confinamiento que nos vimos a realizar durante tres meses, desde el 14 de marzo pasado, los casos de violencia machista no han disminuido. Las mujeres se veían en la obligación de convivir con sus maltratadores las 24 horas del día, teniendo más difícil el acceso a los recursos de protección.
¿Y cómo ha sido la situación en mi pueblo, en Albalat? ¿Cómo se ha vivido este periodo angustioso en un municipio tan pequeño y querido?
Ahora, cuando reviso este año que está a punto de pasar, no puedo dejar de pensar en las mujeres más vulnerables que, en muchos casos, dependen económicamente de sus parejas y que la crisis económica provocada por la pandemia les ha afectado más duramente.
Y sigo reflexionando sobre la necesidad de que los hombres, esos hombres honestos y amorosos que nos quieren bien, se incorporen a la lucha contra la violencia de género, para que no sólo nosotras, sino también ellos digan: ¡BASTA!
Yo conozco unos cuantos de esos hombres. Hombres buenos como Carlos, Diego, Paco, Manolo, Luis y muchos más. Hombres que junto con las mujeres de Albalat estamos cansadas de una violencia que, de tan cotidiana, se nos antoja como algo natural, y no lo es.
Que la situación de pandemia, en la que aún estamos inmersos, no sea una excusa para dejar de preocuparnos por lo que pasa día a día. Porque no debemos dejar que los árboles no nos dejen ver el bosque.
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