Imagen tomada este viernes de la sede social de Caixabank, situada en el edificio histórico del antiguo Banco de Valencia. EFE
Pere Valenciano. EPDA Si el rey Jaime I levantara la cabeza y viera el proceso de despersonalización del pueblo valenciano, posiblemente no se habría molestado tanto en el siglo XIII. Tras la pérdida de los fueros en 1707 al imponerse los borbones a los austrias en la batalla de Almansa, el pueblo valenciano fue de mal en peor hasta la transición y la recuperación del autogobierno. Un avance que, sin embargo, ha terminado por diluirse en estos 40 años de democracia por culpa de la poca autoestima y defensa de nuestra historia, cultura, economía y personalidad de los propios valencianos. El último ejemplo es el del proceso de fusión entre la catalana CaixaBank y el engendro de Bankia, esa fusión de dos cajas perdedoras y mal gestionadas como eran Caja Madrid y Bancaixa, esta última a su vez una evolución de distintas cajas de ahorros de gran trayectoria en localidades importantes. (
leer aquí la valoración positiva de Pedro Sánchez).
Los valencianos ya nos convertimos en 'Comunitat' en la guerra por la simbología. No sabíamos ni sabemos cómo queremos llamarnos. Lo 'valenciano' pasa a ser adjetivo mientras que el resto de vecinos españoles tienen un sustantivo en su nomenclatura. A partir de ahí, poco podíamos esperar. El clima, el amor por las paellas, las tracas y la apariencia nos hicieron olvidar la importancia que tienen cuestiones básicas para un pueblo, como sus medios de comunicación, su banca o un sistema justo de financiación. Logramos el autogobierno, sí, y un Estatuto de Autonomía de segunda, también, y 45 años después de la muerte de Franco todavía no hemos sido capaces de recuperar el derecho civil valenciano, más antiguo y con más solera que otros integrados desde el minuto cero en los estatutos de otras Comunidades Autónomas. Un ejemplo más. Si Jaime I levantara la cabeza...
Leía este fin de semana
un buen artículo de un gran periodista, Dani Valero, en El Español, proponiendo el nombre de Bancaixa para el nuevo banco que surja en caso de prosperar la fusión Bankia y CaixaBank. Un nombre acertado para una operación nefasta para los valencianos, la puntilla definitiva. Los valencianos nos dejamos arrebatar Bankia, la Caja de Ahorros del Mediterráneo (CAM) y Banco de Valencia. Nuestras fobias entre hermanos hicieron que muchos poderosos, entre ellos políticos que han pasado por la cárcel, boicotearan la creación de una gran entidad financiera saliente de la fusión entre la CAM, con más peso en la provincia de Alicante, y Bankia, con mayor presencia en las de Valencia y Castellón. Es mejor que los catalanes se hayan hecho con todo el sistema financiero valenciano, con las honrosas excepciones de Caixa Popular y Caixa Ontinyent y poco más.
Desgraciadamente, son multitud quienes piensan que qué más da esto de los bancos, dónde estén sus sedes y quiénes sean sus propietarios. Que pregunten en Cataluña, en el País Vasco, en Galicia o en Cantabria y se darán cuenta de que la importancia es capital. Como lo es también un sistema de financiación justo, para mejorar nuestra sanidad pública, para invertir en un pésimo transporte público... en definitiva, para mejorar la vida de los valencianos.
Y los medios de comunicación. Otra clave importante. ¿Cuántos pertenecen a empresarios o emprendedores valencianos? Aun reconociendo el extraordinario trabajo de los profesionales que conforman las plantillas de los medios que operan en la 'Comunitat', los principales medios pertenecen a empresas vascas, madrileñas o catalanas. Otro déficit en comparación con otros territorios a la hora de defender nuestros intereses por encima de pactos y acuerdos que se fraguan normalmente en Madrid o Cataluña. ¿Que hay medios 100% valencianos? Sí. Dos ejemplos son Valencia Plaza o el Grupo El Periódico de Aquí, pero nada que ver con los ejemplos vascos del Grupo Vocento, La Voz de Galicia o La Vanguardia y El Periódico de Cataluña. En esta 'Comunitat' nunca ha habido un medio regional potente y los provinciales con aspiraciones regionales fracasaron en su intento y el único que pertenecía a una familia de larga tradición editora en Valencia, fue vendido a principio de los años 2000.
Otro ejemplo del desaguisado comunicativo se produjo con el cierre abrupto de Canal 9, siendo la única Comunidad en España que vio desaparecer un medio público autonómico. Si aquello fue un desastre, tampoco fue mejor el inicio de À Punt, con un concurso público amañado y unos índices de audiencia nefastos, aunque la nueva dirección está intentando cambiar su errático comienzo.
¿Culpables? Nosotros, los valencianos. Ya sería hora de alzar la voz y tomar la iniciativa. Y como dice el himno de ésta nuestra Comunitat, ''valencians, en peu alcem-se''.
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