Laura Chulià. EPDAEn
España todavía funcionamos como Estado de Derecho, es decir, TODOS
-tanto las personas como las instituciones- estamos sujetos a leyes
públicas, aplicadas por igual y con independencia.
Las
recientes declaraciones del presidente del Gobierno acusando a los
jueces de hacer política, amenazan la ya de por sí maltrecha
separación de poderes.
Descalificar
a los jueces por investigar los casos de corrupción -inclusive si se
dan en el seno de ‘la
familia’- supone
un enorme daño a la credibilidad del conjunto de nuestro sistema
democrático y de derecho, toda vez que, pone en riesgo la
independencia judicial, acusando implícitamente a los jueces nada
menos que de prevaricar.
El
sanchismo se cree al margen de la justicia, y que ésta debe estar a
las órdenes del Gobierno, por ello, no entienden que haya causas
penales abiertas contra la mujer, el hermano o sus secretarios
generales. Claro, con este ejemplo no era de extrañar que el
separatismo tomara nota y exija su “propio Consejo del Poder
Judicial catalán”. ¡Pasen y vean!
En
el fondo, al desacreditar a los jueces, los socialistas pretenden
imponer un régimen incompatible con la Europa de las libertades,
recordando extintos regímenes absolutistas, bajo los dictados de un
presidente que considera un riesgo convocar elecciones porque “no
tiene la mayoría social”
y “no puede
paralizar el país”
(dixit). Todo ello, después de incumplir reiteradamente el MANDATO
constitucional de presentar una propuesta de Presupuestos Generales
del Estado.
Los
políticos -todos- nos debemos al estado de derecho, debemos ser
respetuosos y garantizar su libertad. Por eso no es de recibo que
Compromís, en boca de Joan Baldoví, criticara abiertamente la
apertura del caso Oltra, señalando que lo acordado por los jueces
“no es democrático
y demuestra un poso político en contra de la coalición”;
o que la sanchista Diana Morant atacara a los jueces por la
aplicación de la ley del sí es sí, sin “interpretarla”
como pretendía el Gobierno.
Como
dijo Montesquieu, “nadie puede ni debe estar por encima de las
leyes que rigen en una sociedad”. Ni siquiera Sánchez, que con
estas declaraciones supone un peligro real para nuestra democracia.
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