Portavoz del PP de Albal, José Miguel Ferri. EPDA Imagina que un presidente del PP en campaña pregunta, en plan chulo, “¿y quién controla la Fiscalia?”, seguidamente pide perdón argumentando cansancio y cuando gobierna, nombra a un exministro del PP, Fiscal General del Estado. Imagina que ese mismo exministro hubiese llamado “maricón” a un compañero y que dijese que prefiere los “tribunales de hombres”.
Imagina un vicepresidente del PP que habla de que él hace “política masculina: con cojones”, de “azotar hasta que sangre” a una presentadora de televisión y de irse “de cacería” en búsqueda de rivales políticos. Imagina también que ese vicepresidente comparte Consejo de Ministros con su mujer, cuyo currículum laboral se resume a seis meses como cajera en un hipermercado.
Después de todo esto, imagina unos apoyos de gobierno contrarios al orden constitucional, a sus organismos más importantes, a la división de poderes, a la democracia tal y como la conocemos en el siglo XXI, a la justicia, en resumen, contrarios al propio país.
No hace falta que cuente que de quien realmente hablo es de la dupla PSOE-PODEMOS más sus acólitos, no hace falta que cuente que es la situación a la que se ha llegado, con los Sánchez, Iglesias, Rufián, Montero, los de Bildu… con declaraciones completamente fuera de tono, nepotismo, ciertas dosis de oligarquía y oscurantismo por parte del Presidente del Gobierno. Suena duro y quien quiera entender, entenderá, pero si esto estuviese sucediendo con políticos del PP, la “hipogresía nacional” estaría en cólera.
Los que no estamos de acuerdo con todo lo que están haciendo solo podemos responder con educación y con mesura cuando hacemos oposición, porque, a todos los niveles, el antídoto contra la radicalidad no es más radicalidad, puesto que si se generan reacciones radicales en sentido contrario, políticamente hablando, lo único que se consigue es polarización de una sociedad cada vez más dividida por las opiniones sobre los asuntos de la cosa pública. Hoy, más que nunca, hace falta el Partido Popular que ha cosechado los mayores éxitos, un partido situado en el centro-derecha pero que recoja también a todas aquellas personas que se sienten defraudadas con este PSOE, que no es ni la sombra de lo que fue años atrás, un partido de centro-izquierda moderado y con sentido de estado, un PSOE que vive a expensas de los caprichos de un presuntuoso y ególatra líder con ansias de ser todopoderoso. El Partido Popular no debe desviarse y debe seguir siendo lo que siempre ha sido, un partido moderado, defensor de la unidad, pero también de la pluralidad de España, defensor de la concordia, un partido con vocación europeísta y que sabe muy bien que la frase “la unión hace la fuerza” no es una frase hecha, sino que vale para muchas cosas más.
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