Susana Gisbert./EPDA Cuando
creíamos que con el nuevo curso todo iba a ser distinto, llega una ráfaga que
nos recuerda que, para algunas cosas, la vida sigue igual, como decía la
canción.
Nada más asomar el mes de septiembre,
aparecen unos anuncios en las televisiones que hacen pensar por un momento que
nada ha cambiado. Se trata, obviamente, de las primeras entregas de los
coleccionables por fascículos, un fenómeno tan curioso como inexplicable. O no.
Cuando yo era pequeña, en mi casa se
hacían muchas colecciones de libros por fascículos. Aún lucen en las
estanterías de mi madre los más variados tomos, con sus letras doradas y sus
cubiertas de imitación de piel. Historia
del arte, Labores del hogar, Historia de España, Fauna Ibérica, Animales del
mundo, Literatura española o Manos
maravillosas son algunos de los títulos que recuerdo. Cada semana, la
papelería del barrio nos guardaba el fascículo correspondiente, que luego
llevábamos a encuadernar.
No éramos los únicos. La papelería en
cuestión tenía varios estantes con los nombres cada cliente y sus encargos. Por
aquel entonces, nadie soñaba con que todos esos conocimientos pudieran estar al
alcance de un solo clic de un teléfono que no necesitaba de auricular ni de un
cable rizado fijado a la pared.
Pero hoy, a diferencia de entonces, no
conozco a nadie que acabe la colección de esos fascículos con los que nos
bombardean cada nuevo curso. Ni una pandemia puede con ellos. A estas alturas,
ya he visto propaganda de la enciclopedia de la Guerra de las Galaxias, de
cuentos de Disney, de vehículos de la Segunda Guerra Mundial, de obras de Julio
Verne o del Coche fantástico. Y estoy seguro que vendrán más, sea de cocina,
punto de cruz, cuadros al óleo o iniciación a los bailes regionales, vaya usted
a saber.
Reconozco que, más allá de lo atractivo
que pueda ser tener ese primer cochecito en miniatura, el kit de pinturas o el
bastidor para bordar, me pregunto si alguien se engancha a esto. Quizás la
gente lo hace pero no lo reconoce, porque si no sería un tema para planteárselo
al mismísimo Iker Jiménez: el extraño caso de la persona que acabó todas las
entregas de un coleccionable.
De todos modos, siempre es de agradecer
algo que nos ancle a un mundo que parece escapársenos como un globo que se
eleva sin remedio. Así que, ya puestos, les haré una propuesta de nuevo coleccionable,
ideal para los tiempos de coronavirus. ¿Qué tal sucesivas entregas sobre
personas que consiguieron completar una colección? ¿A cuántos fascículos
llegaríamos? Ahí lo dejo
SUSANA GISBERT
Fiscal y escritora (twitter @gisb_sus)
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