Leopoldo Bonías. EPDA Todo el mundo parece rasgarse las vestiduras ante la situación en las residencias de la Tercera Edad en España. La situación ha sido más propia de una película de horror que de lo que pomposamente hoy llamamos en España Bienestar Social. Las residencias de ancianos ,hoy llamadas de la Tercera Edad, han puesto al descubierto todas sus miserias en esta crisis sanitaria que estamos padeciendo. Sin embargo, una situación tan preocupante no había sido detectada por nadie hasta ahora. En la actualidad vemos en los medios de comunicación como aparecen compungidas muchas personas a las puertas de estos establecimientos. Algunos, con la cara baja y la mirada esquiva, como esos malos hijos que después de muchos años van a visitar la tumba de su padre.
En la postquerra y hasta los años setenta, el Estado se ocupaba a través de la denominada Beneficencia de los asilos de ancianos, fundamentalmente bajo la tutela de ordenes religiosas. La caridad era el motor del cuidado de los más viejos en una época que no había hogar que se precie en España sin su abuelo , abuela o incluso hermano soltero. ¿Quién no recuerda a la familia de Alcorcón y el holgazán de Pepón? . Mis cuatro abuelos fallecieron en sus domicilios rodeados de sus hijos y nietos. Eran otros tiempos según dicen mucho peores. Con la llegada de los Servicios Sociales y la desaparición de la Beneficencia se abría un nuevo horizonte. La cultura del cuidado de los mayores en sus hogares ya era anticuada, de otros tiempos. Las partidas en Servicios Sociales en todas las administraciones se incrementaban más y más para convertir a España en un auténtico estado social. Ahora hemos dado un paso más, la denominación de Servicios Sociales ha quedado obsoleta y ha sido sustituida por la de Bienestar Social, más acorde con los destinatarios de los fondos reservados, en ocasiones, a unos beneficiarios que portan teléfonos móvil última gama mientras en las residencias de ancianos, perdón, de la tercera edad, vemos sobrevivir - ¿o quizás habría que decir sobremorir? – a personas desnutridas y abandonadas, mal comidas y peor cuidadas. Ha tenido que ser el ejercito español – el que algunas autoridades vetan para asistir a exposiciones u otro tipo de actos cívicos – un actor fundamental en el auxilio a estas residencias durante la pandemia.
Entonces, mucha gente se pregunta; ¿No deberían empezar a vigilar las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad de las distintas administraciones ,y muy especialmente las dependientes de las Comunidades Autónomas y las de las Administraciones Locales, este problema?. ¿No es un problema , sino de más, sí de igual magnitud que el de la violencia de género?. ¿No afecta a un gran número de personas indefensas que a diferencia de otras más jóvenes carecen de medios para defenderse y denunciar los maltratos físicos y psíquicos que sufren?. El cuidado hacia los más mayores, su higiene, sus alimentos, su salud, su seguridad y su comodidad en cualquier cultura mínimamente avanzada es sagrado (también para los no creyentes) y la evidencia nos ha demostrado que hay mucho camino que recorrer en este sentido. El amor es un sentimiento que además de expresarlo debe ser demostrado. Las buenas palabras se quedan en nada si no se acompañan de hechos.
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