Verónica Alarcón-García. /EPDA Hastiada de escuchar este recurrente comentario, me embarco en un viaje en tren a la vieja capital del norte del país luso desde la ardiente Valencia (que escribo concienzudamente sin 'accent obert'). A su señoría 'eco-friendly' le encantará saber que he optado por un trayecto de once horas en lugar de una en avión por tres razones: evitar el estrés (sin contar las dos horas que pasamos en la caótica Chamartín); conocer mejor España (parada de cinco horas en Vigo y enamorarme) y aprovechar el viaje para la lectura de los siete trabajos de fin de máster que tengo pendientes (―¡Ah!, ¿pero tú no estabas de vacaciones?).
Por cierto, al Consejo de Ministros habrá que decirle que a mí también me hubiera gustado que mis compatriotas me financiaran los billetes con el Pase Interrail, pero tengo el defecto de ser mayor de 30. ¡Una pena! porque los de mi franja de edad vemos pasar los euros y no nos cae nada. Tendremos que rejuvenecer. Oye, que yo no pido veinte mil: yo con mil pavitos me conformaba: al menos me hubiera dado para sufragar esta semana de Congreso en la Universidade do Porto.
Que, ¿qué hago aquí? Pues miren ustedes. Trabajar. Porque los docentes no desconectamos nunca. Después de unas semanas agonizando con correcciones, actas, revisión y creación de materiales, preparación del curso que viene y tutorización de alumnos, he decidido venirme a la ribera del Duero para empaparme bien de lo que se está moviendo en Europa en materia de enseñanza bilingüe. Y como yo, cientos de académicos asistimos de motu proprio a compartir experiencias docentes, investigaciones de aula y avances metodológicos. De momento tengo buenas sensaciones, sin contar con la decepción al descubrir por qué nuestro país no es miembro del Centro Europeo de Lenguas Modernas del Consejo de Europa, donde se mueve todo en materia de idiomas. Se lo contaré otro día. Mientras tanto, me empaparé de conocimiento y llenaré mi mochilita para compartirlo con mis alumnos en septiembre. La playa, de momento, para los que viven bien en verano.
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