Pepe Forés, repartidor de UberEats, que todavía utiliza una bolsa de la plataforma donde trabajaba antes, Glovo, durante una jornada de trabajo. EFE/EFE Pepe Forés, repartidor de comida desde hace tres años y miembro de la
plataforma Riders X Derechos, asegura a EFE que la epidemia del
coronavirus ha agravado la precariedad de un colectivo que desarrolla su
trabajo en la calle, y se pregunta: "¿Desde cuándo pedir una pizza o
una hamburguesa es un servicio básico?".
Pepe augura que los
repartidores van a empezar a caer enfermos, y los clientes también,
aunque desinfecten la bici o el ciclomotor, y lamenta que nadie les ha
proporcionado elementos de protección y en muchos casos no se guarda la
distancia de seguridad en las colas que se forman en los restaurantes
para recoger y llevar los pedidos.
Están en la calle y es
"desolador" encontrarse en un espacio solitario y ver a la Policía parar
a los coches mientras a los repartidores les indican: "sigan, sigan",
al ser la entrega a domicilio una actividad permitida por el Gobierno en
el estado de alarma.
Cuenta que en una cola de cuarenta "riders"
en una pizzería, entre ellos la distancia no superaba los 20
centímetros, y la mayoría iba sin ninguna medida de protección.
"En
teoría nosotros como autónomos o falsos autónomos nos tenemos que
encargar de nuestra propia protección pero en ninguna farmacia
encuentras mascarillas ni guantes", señala.
Pepe sí utiliza
mascarilla, una de las que facilitó la plataforma Riders X Derechos para
los repartidores, pero en general todos "se han desentendido" de este
colectivo, critica este joven autónomo "100 % legal" de 25 años que
cursó un Grado Medio de Cocina y dejaría este trabajo por otro en una
cocina.
La crisis del coronavirus ha cambiado la forma de
relación con los clientes y hay algunos que les piden dejar el pedido en
la puerta o en el ascensor, y otros que dan la propina dentro de un
sobre.
También hay clientes que aseguran estar contagiados, y ha
habido repartidores que prefieren dejar de trabajar y no poner en riesgo
a sus familiares, explica.
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Pepe seguirá trabajando en la
plataforma Uber Eats durante el estado de alarma a pesar del miedo "por
necesidad pura y dura" y asegura que la Policía, los profesionales
sanitarios o los supermercados son actividades esenciales, pero no el
reparto a domicilio. "Lo creo yo y el 80 o el 90 % de las personas",
dice.
Los repartidores han mantenido contactos con Compromís y
Podemos y un sector de esta última formación esperaba que se cancelasen
los repartos de comida a domicilio pero se han producido "presiones" en
sentido contrario, ha señalado.
Ha asegurado que aunque conocidas
cadenas de restaurantes de comida rápida han anunciado su cierre, él ha
recogido pedidos de estos establecimientos, mientras que otros pequeños
locales de comida han tenido que cerrar.
Forés no se calla las
injusticias y ha sido despedido de dos plataformas "por organizar la
huelga, quejarme y denunciar" y si en algún momento considera que debe
ir a la Inspección de Trabajo, lo hará.
El trabajo de repartidor
le permite subsistir y con su formación en cocina aspira a trabajar en
un local de comida, aunque hasta ahora los contratos que ha tenido en
estos establecimientos han sido de muy corta duración. Pero asegura que
si tuviera trabajo en una cocina, dejaría el reparto. EFE
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