Antonio Morejón de Girón /EPDA
¿Una guerra en el S.XXI? ¡hay que estar loco! Loco es esperar que
no la haya.
¿Quiénes están más implicados -por no decir interesados - en la
guerra Ruso - Ucraniana? Rusia, China, Francia, Alemania y Estados
Unidos. Vaya con las casualidades, justamente las cinco potencias
mundiales que mayor número de armamento de guerra fabrican en el
mundo, negocio en el que operan cifras económicas insultantes si
pensamos en la pobreza mundial.
Además de cruel el hecho de “no dar puntada sin hilo” pese a
estar en juego la vida de las personas, lo más descabellado,
políticamente, es que los Estados y Organismos que deberían frenar
el inicio de la guerra están actuando con un ejemplo de impotencia
política que ya detalla Nicolás Maquiavelo, cuando escribió: “
…lo peor que puede ocurrirle a un gobernante o Estado, que quiera
ganarse el respeto, … es la impotencia política de un
comportamiento basado en la neutralidad, el retraso en la toma de las
decisiones, … y la debilidad a la hora de reprimir levantamientos y
revueltas."
El sentido de esta guerra es el mismo que todas, el empoderamiento,
robar, expoliar, y en este siglo, renovar material bélico y más
grave aún la disminución de la población como estrategia para
mantener los recursos, todo ello enmascarado en nobles causas,
justificándose en nombre de la democracia, de las religiones, de los
débiles, de la independencia, en nombre de la Paz, aún saldrá
algún dirigente defendiendo el lema: “Apoyas la Paz o te mato".
Nadie gana una guerra, la única victoria bélica es la que no se
libra. Como dijo el almirante Isoroku Yamamoto quien planificó el
ataque a Pearl Harbor, el 07 de diciembre de 1941, cuando se
calificó la misión como un éxito brillante, y manifestó: "Un
hombre brillante habría encontrado el modo de no hacer la guerra ".
Si el filósofo argelino, Albert Camus (1913-1960) viese el conflicto
existente en Rusia - Ucrania, vería reforzada su “Teoría del
Absurdo”. Camus en su obra: “El Mito de Sísifo”, plantea la
discusión entre el suicidio y el valor de la vida. Sísifo enfadó a
los dioses griegos y fue condenado a desplazar continuamente una
piedra gigante montaña arriba y ésta, una vez arriba, cada vez
volvía a caer al valle, iniciando el sufrimiento. Putin ha elegido
el suicidio. Con el tiempo parecerá, como Sísifo, un perpetuo
castigo impuesto a un hombre consciente de la completa inutilidad de
sus actos, la del “hombre absurdo”.
Tan absurdo como pensar que estamos a salvo en manos de quienes hacen
el negocio de la guerra. La humanidad tiene la convicción que
estamos condenados al auto-exterminio. Malas convicciones para la
Paz.
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