Imagen de la revista Alicante Turismo, facilitada por el IVAM. Carteles, folletos y revistas, así como postales, fotolibros y relatos de viajes servirán para analizar, de forma desprejuiciada, la cultura visual generada en torno al boom del turismo en la Comunitat Valenciana durante el franquismo, en una muestra documental que el IVAM exhibe hasta el próximo 10 de mayo.
Además de visibilizar ese conjunto documental de interés patrimonial, "De vacaciones en el jardín de las Hespérides. Imaginarios turísticos de la costa valenciana durante el franquismo" contribuye a "repensar el relato", pues exhibe la prueba de que en el turismo "confluye una multiplicidad compleja y contradictoria de representaciones, búsquedas, deseos y aspiraciones".
La exposición, que esta comisariada por Alicia Fuentes y se inaugura este jueves, exhibe elementos de la Biblioteca Valenciana, Archivo documental Pedro Zaragoza, Universidad de Alicante y Biblioteca del IVAM, y analiza el turismo desde tres ámbitos: como producto, como búsqueda y como transformación.
Desvela que el boom turístico español siguió la fórmula del "turismo de sol y playa", ligada al auge de los turoperadores internacionales que hicieron de la idea del lujo a bajo precio uno de sus principales reclamos (el buen tiempo y la playa se daban por sentado).
De ahí las numerosas campañas publicitarias que inducían a "dejarse malcriar" o a sentirse "reyes por un día", según un comunicado del museo.
Además, se descubre cómo se evocaba la huerta valenciana como un edén en el sur de Europa que remite a una constante que se halla en la base misma del turismo: la búsqueda de autenticidad.
"Cosecha en el Jardín de las Hespérides" es como describía el fotógrafo alemán Bert Boger, en su libro Rutas de España (1955), la fotografía que tomó en una huerta de Gandía.
Puede que las ninfas guardianas de las Hespérides se hubieran transfigurado en un anciano de rostro arrugado, y que las naranjas que éste cargaba en su burro no proporcionasen la inmortalidad, pero para el visitante extranjero de los años 50 y 60, la huerta valenciana era un lugar igual de mágico que el jardín del mito.
Frente a las voces críticas con la masificación y con los desmanes urbanísticos, cada vez más frecuentes en los medios de opinión internacionales, desde el interior se celebraba el boom de la construcción casi sin fisuras.
Sobre 1970, desde las páginas de una revista con el lema de "Alicante, la millor terra del món" (Alicante, la mejor tierra del mundo), se deseaba que el resto de la provincia superase los anacronismos siguiendo el ejemplo de Benidorm.
Esta comprensión turistizada del territorio demuestra que se interiorizan los valores de la industria turística, hasta el punto de convertirlos en la propia identidad.
La exposición se cierra con un caso paradigmático de esto último: el de Benidorm, que resume las virtudes que se asociaban al turismo, libertad y prosperidad económica, que procurarían un respaldo entusiasta al proyecto turístico del franquismo. +
Lo cual, según han incidido desde el museo, contradice el relato más habitual, que incide en el choque con la moral católica tradicional.
"Más que poner en peligro sus cimientos, el turismo fue para el régimen una potente arma de seducción", han concluido.
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