Eduardo Zaplana. EPDA
No hace mucho, a las recepciones en el
Palau de la Generalitat con motivo del 9 d'Octubre acudían el
presidente Ximo Puig y los ex-presidentes Joan Lerma, Eduardo Zaplana
y Alberto Fabra, que departían en amable charla al acabar las
solemnidades.
Ni Francisco Camps ni José Luis
Olivas, ambos con lances judiciales pendientes, pisan desde bastantes
hace años las estancias en las que un día reinaron. Pero Zaplana sí
lo hacía, sin reparos por parte de los demás a la hora de mezclarse
con él. De hecho, el día en que detuvieron al benidormí (me
chirría llamarle 'cartagenero' porque más allá de alguna
distinción concedida, de eso no ha ejercido) Ximo Puig estaba en un
acto en Las Arenas. Y su cara de asombro cuando recibió la noticia,
a eso de las nueve de la mañana, era todo un poema. Los rumores
sobre su comportamiento, es cierto, acompañaron desde siempre a
Eduardo Zaplana, pero nada hacía presagiar la tormenta que lleva
instalada sobre su cabeza desde hace meses.
Pero las cosas han cambiado de manera
muy notable. Para la próxima 'festa de tots els valencians' no
parece probable que Zaplana repita presencia pública. Entre otras
cosas no menores, porque Ximo Puig ha anunciado que la Generalitat se
va a personar en el 'caso Erial' para lograr 'la recuperación
máxima' del dinero público en la causa en la queZaplana figura como
investigado (imputado).
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